Siempre que sea posible, la entrada de cualquier edificio debería ser la entrada principal que utiliza todo el mundo. Ha de ser acorde con los principios de diseño universal y, por tanto, ser accesible.
Las entradas deben construirse teniendo en cuenta los caminos que llevan hasta ellas (desde la calle, desde otro edificio, desde el aparcamiento, desde la casa a la letrina), y han de ser fácilmente localizables, empleando para ello colores vivos y señalización apropiada.
Frente a las puertas debe quedar espacio suficiente para que los usuarios de sillas de ruedas puedan abrirlas (al menos un cuadrado de 150cm x150cm).